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jueves, 23 de diciembre de 2010

voluble

Rita subió al micro, un poco abochornada. Era verano. Estación infernal, donde el calor es extremo. Usaba una blusa blanca con escote, y un pantalón morado claro que se ensanchaba, soberbio, en las caderas. Tenía un rostro de modelo. Pero la mirada era un poco cínica. A pesar de la dulzura que su rostro podía transmitir, la mirada inquieta, de mujer que está pensando en hacer una locura la hacían parecer una chica no confiable para comprometerse en una relación seria.

Manuel estaba sentado. Ultimamente, a pesar de estar en la decada de los 30,sufría de calambres en la pierna y no podía ejercer la buena urbanidad, ya obsoleta para la mayoría en estos tiempos modernos. Una señora anciana, reclamaba con la mirada desesperada un asiento. Habían adolescentes y jovenes sentados, pero como que los rigores del tiempo en los ancianos, no iba con ellos. Y si tenían familiares ancianos, estaban en sus casas, no en el micro. No pensaban en la idea remota que alguna vez sus abuelos estarían en el mismo insufrible trance. Ni se veían ellos mismos en esa edad en el futuro.

Alguien se levantó para bajar, y al fin la anciana pudo tomar asiento. Rita miró a Manuel, quien había estado observándola. El la imaginó como una gitana, pero le faltaban esos aretes circulares grandes en las orejas para parecerlo. Entonces ella no dejó de mirarlo de vez en cuando. Así que el viaje en el microbús se convirtió en un juego de miradas que se encontraban. Pero Manuel, sabía que la chica no era para una relación seria. Así que desistió de seguirla mirando . Ella siguió buscando su mirada, pero no fue correspondida como las otras veces. Su mirada se volvió decepcionada, pero solo momentánea, ya que advirtió que atrás de Manuel, otro hombre la estaba mirando, así que se puso a jugar el juego de miradas con él. Manuel se dio cuenta, y se sonrío sobre la volubilidad de la chica.

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