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domingo, 12 de diciembre de 2010

Desamparo como navaja mortal

No le digas nada que está poseído por una amargura irracional, está al borde del colapso, sus nervios son como tubos de cristal bajo las llantas de un camión pesado. Indaga en tus actos por alguna actitud tuya que lo arrastró hasta esa exasperante situación.
La felicidad es breve, te lo dijo un día, sentados en un parque solitario donde un inoportuno vendedor de dulces se les acercó, porfiado y sin ninguna concesión de irse si no le compraban algo. Y se salió con la suya. Después se rieron cuando vieron que el vendedor, terquísimo, se acercó a otra pareja que recién se sentaba en otro banco del parque. Qué recibimiento efusivo, soez en su impertinencia.
La vida es breve, la felicidad en el amor es breve. La dulzura se desvanece como la pintura fresca ante una sorpresiva lluvia,tenaz y copiosa. Así son los repentinos golpes de amargura sobre la vida de la gente.
La dulzura se acabó muchacha. La ternura fue palideciendo como las letras de los libros olvidados a la intemperie: sol, lluvia , viento y tiempo se encargan de apresurar el deterioro de la gente y las cosas.
El entusiasmo del amor muere en su brevedad si no hay comprensión, si piensas que lo que haces es la cosa correcta, y vas dejando atrás a quien se suponía debía andar a la par contigo en sentimiento y pensamiento, al menos en su vida de parejas.

Se acabó su paciencia. El mundo está cariado para él. La oscuridad, como dos paredes de acero que se acercan para reconocerse en su perfecta superficie, aplastó su esperanza. El está con los nervios que ya no dan para otra desilusión.
Déjalo que languidezca en su silencio, en sus pasos que no van a ninguna parte más que a la triste comprobación de una acuciosa soledad ,el cancer agresivo del desamparo.
No le digas nada. Los meses, los años no pasaron en vano. Ellos poco a poco fueron construyendo ese espejo de una realidad cruda donde el recién ha podido ver el terrible desamparo en que su alma está sumida.

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