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lunes, 13 de noviembre de 2017

Desde el 09 de junio del 2011 no he escrito nada

Desde el 09 de junio del 2011 no he escrito nada

Cuántos años han pasado y yo sin haber escrito algo. Y pienso que he tenido mucho que contar, pero soy un hombre de pocas palabras. El escritor que pudo haber crecido dentro de mi se fue quedando lerdo, lerdísimo.

Hoy estamos Martes 13 de noviembre del año 2017, año que ya está cerca de la puerta de salida. Me gustaría escribir reflexiones sobre lo que me ha acontecido todo este tiempo, pero no sé cómo ni por donde empezar. Esa torpeza por expresarme creo que va a ganar, y no voy a poder decir nada sobre mi vida acontecida durante estos años.

La política sigue siendo decepcionante, tanto aquí como en otras partes. La gente reniega, pero sus autoridades están empecinadas en darles la contraria, a pesar de las promesas hechas, a pesar que uno sabe que sus promesas serán incumplidas; pero siempre guárdamos esa ilusión de que las cosas cambiarán, de que las autoridades por las que votamos serán la cartilla del bingo ganador o el boleto de la lotería del premio mayor cuyo número premiado es el nuestro, y votamos por ellos. Las cosas tienen que cambiar, mejorar; pero empeoran.

jueves, 9 de junio de 2011

Mujer en el paradero


Un día la vio esperando movilidad , igual que él. Su corazón cayó en un vertigo, sin fin, de nerviosismo. Avergonzado,podía sentir el retumbar de los latidos veloces de su corazón. Podría ser las seis de la tarde. El cielo estaba pálido, agónico en su claridad desvaneciente. Las combis venían veloces, se estacionaban , el cobrador voceaba a grandes gritos los sitios conocidos de su ruta. Nadie subía porque ya iban llenos de gente, y las combis partían también veloces.
Se hizo el ciego, el que nunca había volteado el rostro hacia atrás , donde ella estaba. Pero ella avanzó, sin mirarlo. Recién, él se dio cuenta que la mujer estaba acompañada de su esposo. Si ella giraba el rostro, lo vería de todas maneras. El rogó que nunca pasara. No se había afeitado, y tenía el cabello desordenado al haber venido en un micro atestado de pasajeros, donde la gente al pasar le habían pisado los zapatos, y con los brazos y bolsos lo habían despeinado. Así que se imaginó que estaba con una apariencia de rockero dejado, abandonado o rebelde. Y a su edad, pensó, que esa apariencia era condenable. Le dio vergüenza que ella lo mirara así. Imploró al cielo que viniera una combi vacía y ella pudiera irse sin notar su presencia. Tuvo suerte porque una combi, casi vacía, paró y ella la abordó con su esposo y dejó su ausencia reinando junto a una sensación de soledad, que él no supo si atribuirla al frío que empezaba a correr violento, o a un tardío arrepentimiento por no haberla saludado, a pesar de su apariencia de loco callejero y a la presencia del esposo de ella. Maldijo ser tan acomplejado, subordinado a lo que digan o piensen los demás, y no hacer prevalecer la espontaneidad de su manera de ser y pensar.
No le quedó más tiempo para el lamento ésteril, porque vino otra combi vacía y la abordó. El conductor venía escuchando música a alto volumen, así que no hubo un mínimo espacio para la imaginación, sólo para mirar las casas, las tiendas comerciales con sus luces multicolores y brillantes, y la gente que se iban quedando atrás en el camino, desenredando o enredando sus vidas.

jueves, 23 de diciembre de 2010

voluble

Rita subió al micro, un poco abochornada. Era verano. Estación infernal, donde el calor es extremo. Usaba una blusa blanca con escote, y un pantalón morado claro que se ensanchaba, soberbio, en las caderas. Tenía un rostro de modelo. Pero la mirada era un poco cínica. A pesar de la dulzura que su rostro podía transmitir, la mirada inquieta, de mujer que está pensando en hacer una locura la hacían parecer una chica no confiable para comprometerse en una relación seria.

Manuel estaba sentado. Ultimamente, a pesar de estar en la decada de los 30,sufría de calambres en la pierna y no podía ejercer la buena urbanidad, ya obsoleta para la mayoría en estos tiempos modernos. Una señora anciana, reclamaba con la mirada desesperada un asiento. Habían adolescentes y jovenes sentados, pero como que los rigores del tiempo en los ancianos, no iba con ellos. Y si tenían familiares ancianos, estaban en sus casas, no en el micro. No pensaban en la idea remota que alguna vez sus abuelos estarían en el mismo insufrible trance. Ni se veían ellos mismos en esa edad en el futuro.

Alguien se levantó para bajar, y al fin la anciana pudo tomar asiento. Rita miró a Manuel, quien había estado observándola. El la imaginó como una gitana, pero le faltaban esos aretes circulares grandes en las orejas para parecerlo. Entonces ella no dejó de mirarlo de vez en cuando. Así que el viaje en el microbús se convirtió en un juego de miradas que se encontraban. Pero Manuel, sabía que la chica no era para una relación seria. Así que desistió de seguirla mirando . Ella siguió buscando su mirada, pero no fue correspondida como las otras veces. Su mirada se volvió decepcionada, pero solo momentánea, ya que advirtió que atrás de Manuel, otro hombre la estaba mirando, así que se puso a jugar el juego de miradas con él. Manuel se dio cuenta, y se sonrío sobre la volubilidad de la chica.

viernes, 17 de diciembre de 2010

La mujer imprescindible.

Alfredo vio a la mujer salir de su casa. Antes ella tuvo que cerrar la reja, luego ella volteó para mirar atrás, a ver si un carro venía. Con la seguridad de la pista libre, empujó el coche de su bebé recién nacido por la pista. La acera estaba bloqueada, así que ella se vio en la necesidad de andar por la pista. Cuando volteó para ver si algun carro venía, lo vio. El la saludó y ella le respondió el saludo. Y siguió avanzando, empujando el coche.
Ella usaba una blusa morada y un pantalón gris deportivo. El también avanzó, pero nunca la alcanzó. Lo único que pudo ver de ella, fue su espalda, hasta que él tuvo que doblar. Ella cruzó la calle y siguió su camino.
Todas las palabras, que en veloces segundos surgieron en su mente, se fueron desvaneciendo a medida que iba cruzando el parque, en camino al destino donde tenía que llegar. Pero esta vez sintió que le hubiera hablado sin esa torpeza de los años lejanos, en que decirle algo a ella significaba luchar contra su propia censura. Una censura tonta porque en sus palabras no había nada malo, sólo el mensaje profundo del amor que él sentía por ella.
Su mente retrocedió a esos años. Recordó que ella significó mucho para él. Nerviosismo, emoción, angustia, alegría tristeza y otras sensaciones que él sintió cuando la llevaba en el pensamiento y el corazón, volvieron a agolparse en su mente. Y volvió a sentirse joven otra vez. Y también sintió las ganas de hacer locuras como en ese tiempo. Pero la bocina de un carro, lo despertó de su ensimismamiento felíz.
La lucidez del presente le hizo sentir los pies metidos dentro de los zapatos y caminando en tierra firme y real. Los devaneos de una ilusión pasada se fueron escondiendo en el lado de la memoria, donde los deseos no cumplidos van , tristes, a refugiarse.
Pero aceptó que la mujer, imprescindible en una determinada y grandiosa época de su vida,había pasado a ser una mujer muy estimada y admirada por él , sin ninguna concesión de que la amargura o desilusión , que los años futuros traen , pudieran alterar ese sentimiento ahora tornado en profunda gratitud.

El hombre huraño.

Quiso ser pintor pero no lo fue. Las promesas de inscribirlo en la Escuela de Arte fueron falsas en la boca del prometedor, que es lo mismo que decir la boca de un político.
Entonces quiso ser Músico pero nunca tuvo una guitarra , y la única que pudo tocar, con dedos inexpertos y sin nada que se semejara a los acordes de música ,le pertenecía a su tío; y su tío no tenía el mínimo deseo de desprenderse de su guitarra, la que tocaba y acompañaba con su voz en las noches, o días de juerga, o cuando el tiempo era menesteroso con ese hobby de músico aficcionado que practicaba con vehemencia incansable.
Entonces quiso ser escritor, pero siempre carecía de hojas donde plasmar lo que se le venía a la mente. La frustración lo fue envolviendo como una oscuridad perpetua. Sin saberlo, se fue convirtiendo en un hombre huraño, que nunca pudo cumplir alguno de sus más vehementes deseos.

domingo, 12 de diciembre de 2010

Desamparo como navaja mortal

No le digas nada que está poseído por una amargura irracional, está al borde del colapso, sus nervios son como tubos de cristal bajo las llantas de un camión pesado. Indaga en tus actos por alguna actitud tuya que lo arrastró hasta esa exasperante situación.
La felicidad es breve, te lo dijo un día, sentados en un parque solitario donde un inoportuno vendedor de dulces se les acercó, porfiado y sin ninguna concesión de irse si no le compraban algo. Y se salió con la suya. Después se rieron cuando vieron que el vendedor, terquísimo, se acercó a otra pareja que recién se sentaba en otro banco del parque. Qué recibimiento efusivo, soez en su impertinencia.
La vida es breve, la felicidad en el amor es breve. La dulzura se desvanece como la pintura fresca ante una sorpresiva lluvia,tenaz y copiosa. Así son los repentinos golpes de amargura sobre la vida de la gente.
La dulzura se acabó muchacha. La ternura fue palideciendo como las letras de los libros olvidados a la intemperie: sol, lluvia , viento y tiempo se encargan de apresurar el deterioro de la gente y las cosas.
El entusiasmo del amor muere en su brevedad si no hay comprensión, si piensas que lo que haces es la cosa correcta, y vas dejando atrás a quien se suponía debía andar a la par contigo en sentimiento y pensamiento, al menos en su vida de parejas.

Se acabó su paciencia. El mundo está cariado para él. La oscuridad, como dos paredes de acero que se acercan para reconocerse en su perfecta superficie, aplastó su esperanza. El está con los nervios que ya no dan para otra desilusión.
Déjalo que languidezca en su silencio, en sus pasos que no van a ninguna parte más que a la triste comprobación de una acuciosa soledad ,el cancer agresivo del desamparo.
No le digas nada. Los meses, los años no pasaron en vano. Ellos poco a poco fueron construyendo ese espejo de una realidad cruda donde el recién ha podido ver el terrible desamparo en que su alma está sumida.

jueves, 9 de diciembre de 2010

Inesperada actitud

Soñé con ella. Sé que no debía. Sé que cuando tuve la oportunidad de invitarle a salir a comer algo por ahí, o ir al cine , o a un concierto, desaproveché la oportunidad.
Y yo sabía que ella me miraba , sabía bien que ella me admiraba . Cuando quería atraparla mirándome, ella disimulaba mirándo a otro lado ,pero disimulaba mal. Y ahí residía mi placer, en su torpeza de disimular su interés por mí.
Yo también la miraba, y la amaba.Yo me embriagaba de gusto mirándola. Y ella era bonita . Y si hubiera sido fea , también la hubiera amado ,porque era dulce en su forma de ser. Yo amaba la forma cómo se vestía : nada sexy , conservadora. Y amaba mas sus ojos tiernos detrás de los lentes que usaba.
A veces cuando estaba alcoholizado, mi mirada era atrevida, era soez : miraba con lascivia su ropa recatada, como de mujer criada en convento que tiene miedo y verguenza de que la ropa sugiriera la forma de su cuerpo. Mis ojos, ebrios y atrevidos, adivinaban sus formas corporales en sus movimientos al caminar. Como si sus ropas adivinaran mis deseos lascivos, se amoldaban a su cuerpo, sobre todo en las partes que más nos gusta mirar a los hombres cuando estamos poseídos por una lujuria exacerbante.
Cada día sentía una fascinación más grande por ella , fascinación que estaba seguro que ella sentía por mí. Pero inesperadamente, decidí alejarme de ella. Un día ya no quise ir donde solía encontrarla, y no fui, a pesar que todo mi ser me pedía a gritos que fuera y que la invitara a salir.
No tenía el valor para citarla a algún lugar y decirle que la amaba. Por eso ya no quise verla más, porque el hombre no puede vivir sólo de miradas y menos de ilusiones imposibles.